El gato no quiere jugar: por que y como solucionar el problema
El juego es fundamental para el gato, pero si sucede que el gato no quiere jugar puede que algo vaya mal como debería: aquí tienes las posibles causas y soluciones.
¿Tu gato se queda quieto, inmóvil, mirándote cada vez que le lanzas una pelota o le cuelgas un juguete frente a sus ojos? Realmente deberías profundizar un poco más y entender por qué: el juego es una actividad fundamental para los gatos domésticos, ya que los mantiene activos tanto mental como físicamente y es bueno que nunca falle en sus vidas.
Desde cachorros, a los gatitos les encanta jugar y es alrededor de los 4/5 meses de vida cuando su interés por los juegos alcanza su punto máximo. Una vez finalizada esta fase, los gatos suelen dividirse en dos grupos: los que aman los juegos de “alta energía” y los un poco más sedentarios, que prefieren jugar de forma más estática.
Sin embargo, si el gato no muestra ningún interés en el juego, es importante investigar por qué: puede haber problemas de salud psicofísica que afecten su comportamiento.
Cuando el gato no quiere jugar: causas y soluciones
Dado que el juego es una actividad fundamental para el bienestar físico y psicológico de un gato, es importante comprender cuáles pueden ser porque detrás de su negativa. Si el gato no quiere jugar, es necesario evaluar a fondo las posibles razones observando cuatro aspectos fundamentales:
1. SALUD> el estado de salud del gato influye ciertamente en sus niveles de actividad. Algunas enfermedades relacionadas con la vejez, como la artritis, pueden hacer que el gato esté menos interesado en jugar que antes, pero de manera más general, independientemente de la edad, cuando el gato está enfermo, su deseo de jugar tiende a disminuir.
2. INSTINTO> El juego del gato imita la caza, con movimientos y comportamientos provocados por el instinto depredador del gato. Por lo general, los cachorros tienden a jugar de forma completamente autónoma, mientras que los gatitos mayores o mayores necesitan una estimulación más directa de los humanos.
3. ESTRÉS> los gatos son animales particularmente propensos a sufrir el estrés del cambio. El estrés, en un animal tan habitual, tiene un fuerte impacto en su deseo de jugar y más en general en la actividad diaria: si el gato no quiere jugar, es probable que se deba al estrés.
4. SÍNTOMAS> cuando ocurren cambios en el comportamiento habitual de su gato, es probable que esté enviando una señal de alarma: si a su gato generalmente le gusta jugar, pero de repente se vuelve inactivo o letárgico, es bueno hablar con su veterinario de inmediato para averiguar si hay algún problema con salud continua o si el gato solo necesita más estimulación.
Animar al gato a jugar: posibles soluciones
Comencemos diciendo de inmediato que un gato adulto ha superado en cierto sentido la fase de «frenesí del juego» que vive el gatito. Hay algunos gatos que necesitan ser estimulados para jugar, con la ayuda de los juguetes adecuados:
– Juguetes con hierba gatera pueden ser una buena idea, aunque tenga en cuenta que no todos los gatos reaccionan a la hierba gatera: alrededor de un tercio de los gatos no tienen interés en esta planta. Puedes probar una hoja de hierba gatera fresca y ofrecérsela al gato para ver cómo reacciona.
– El mejor juegos para gatos son los que se mueven para llamar la atención del felino: plumas, cordones, hilos con pequeños objetos adheridos son un gran clásico que los gatos de todas las edades suelen apreciar.
– Nunca dejes fuera tu rol en despertar la curiosidad de un gato que no quiere jugar: intente mostrarle una pluma u otro juguete con hilo y luego jálelo lentamente hacia usted, escondiéndolo debajo de una almohada o en otro lugar. ¡Kitty se volverá loca de alegría tratando de perseguirlo y agarrarlo antes de que desaparezca de su vista!
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Chiara Burriello