Toy, el perro que vigila el ataúd de su ama
La extraordinaria y conmovedora historia de Toy, el perro que mira y no se mueve ni un minuto del ataúd de su ama. Un gesto que llamó la atención de transeúntes y vecinos. Detrás de esta historia hay un camino de amor real.
Algunas historias necesitan ser contadas por lo que son: un verdadero contenedor de amor, afecto y vida por igual. Ciertos vínculos nunca se apagan, y aunque se vaya uno de los dos protagonistas del vínculo, el vínculo sigue siendo dinero, porque lo que queda es simple y maravillosamente el amor que lo ha unido. Un discurso que va de la mano con la historia de Juguete, que ha estado en la web durante algunas horas y realmente ha conmovido a todos. A caña que el ataúd de la señora mira, fallecido en tiempos pasados. Un acto de amor único, una forma de no separarse de quien lo ama desde que era un cachorro.
Toy, el perro que está junto al ataúd de su ama día y noche: siempre había estado juntos
Cuando nace un amor y luego, a fuerza de cosas «sobrenaturales», se termina, nunca es fácil aceptar la palabra adiós. Una cosa es decirlo, pronunciarlo. Otro es tener que aceptarlo por dentro. Y de hecho no se acepta, porque en el corazón de los que aman, sin peros ni si, la palabra adiós no existe. El cuerpo se va, el alma permanece para siempre.
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Así que fue para el juguete de caña. Su historia dio la vuelta a la web en unos momentos. Tenemos que trasladarnos a Brasil, en el distrito de la ciudad de Bahía, para entender lo que realmente sucedió. El perro ha sido fotografiado varias veces cerca del ataúd de su amante, una mujer llamada Doña Luzinete.
Muy querido por los lugareños. Ella era una señora que siempre recibe misa y dijo que quería rezar por todos, especialmente en un período como este que aún estamos atravesando, rodeados de la pandemia del coronavirus. Luego, hace unos días, falleció. Su cuerpo en el ataúd, el de su perro de juguete junto al ataúd.
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El de cuatro patas el nunca se movio de alli, ni siquiera para comer. Y mientras metían el cuerpo en el ataúd, lloró. Entendió bien lo sucedido en esos momentos, tanto es así que todavía no deja que nadie se le acerque con mucha facilidad. La mujer se había llevado a Toy con ella cuando todavía estaba un cachorro y muchos residentes de la zona informaron que ella lo trataba como a un niño de verdad. Una historia que, en el dolor, aún encuentra el deseo de mostrar la fuerza del amor, entre un perro y una mujer, unidos para siempre, incluso después de la muerte.
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