Tifus en gatos: síntomas, tratamiento y prevención de la enfermedad

(Pixabay)

Son muchos los peligros que vienen del exterior para nuestros gatos. En particular, el contacto cercano y frecuente con gatos callejeros, a veces afectados incluso por enfermedades graves como la leucosis felina, la inmunodeficiencia viral y el tifus, puede poner en grave peligro la salud del gato doméstico. Pero, ¿qué es el tifus felino? También llamada panleucopenia felina, es una enfermedad muy contagiosa y potencialmente mortal. Podemos luchar con una vacuna eficaz: de esta forma podemos evitar que se propague. También podemos reconocer y contrarrestar los síntomas de esta enfermedad a tiempo.

El desarrollo, de hecho, es bastante rápido, por lo que si queremos evitar consecuencias desagradables debemos actuar a tiempo. Generalmente, el gato contrae el virus del tifus si entra en contacto con un gato enfermo que lo lame o muerde. El contacto con las heces del animal infectado también puede causar contagio. O los gatitos pueden contraer tifus antes de que nazcan de su madre. Finalmente, existe la posibilidad de que la infección se transmita de humanos a gatos. De hecho, el virus es muy resistente y los seres humanos pueden llevar a la casa los patógenos presentes en el exterior, por ejemplo, con las suelas de los zapatos.

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Síntomas y tratamiento.

Particularmente en riesgo, exactamente como sucede con los humanos, son los cachorros o los sujetos de edad avanzada. El período de incubación del virus puede variar de dos a cinco días y se presenta en tres formas. Está el hiperagudo, que aparece en gatitos que aún no han sido vacunados. Generalmente, esta forma no deja escapar a los gatos, que mueren en cuestión de horas.

La forma aguda afecta a cachorros y gatos jóvenes. Hay tres etapas de la enfermedad, que comienzan con fiebre. Posteriormente, el gato comienza a deshidratarse, su mucosa se vuelve más pálida y la temperatura desciende drásticamente. La tercera fase del tifus felino son los vómitos y la diarrea hemorrágica que aumentan el nivel de deshidratación. Si se detecta temprano, la enfermedad se puede curar, pero aún en la mitad de los casos, el felino muere. Por último, tenemos una forma subaguda, que provoca principalmente diarreas crónicas y no provoca la muerte.

Los gatos con tifus muestran un nivel muy bajo de glóbulos blancos. El veterinario diagnosticará el tifus con una muestra de sangre. La confirmación de la enfermedad proviene de un análisis de heces. Desafortunadamente, no existen tratamientos específicos para combatir el tifus, pero en primer lugar se puede evitar que el animal se infecte con otras bacterias. De hecho, sus defensas inmunológicas estarían demasiado bajas para expulsarlas.

Puede concentrarse en medicamentos que detienen los vómitos y la diarrea, o en antibióticos específicos. En cualquier caso, la única forma real de prevención es la vacuna contra la enfermedad.

GM