Regañar al perro: ¿está mal o sirve para educarlo?
Regañar a nuestro perro con gritos, o peor, amonestarlo con bofetadas y golpes, ¿verdad? ¿Y cuánto sirve realmente su educación?
A todo el mundo le puede pasar un día del ‘No’, uno de esos en los que lo último que queremos es encontrar las necesidades de nuestro perro esparcidas por aquí y por allá o recoger los trozos de objetos rotos. Pero esto nunca y en ningún caso justifica la violencia contra los animales: se puede incurrir fácilmente acusaciones de maltrato animal. Se trata de entender cómo educarlo y cuánto regañarle puede realmente servir para educarlo y hacerle comprender qué se hace y qué no. En definitiva, el papel del dueño no es sencillo: sí, debemos amonestar a nuestra Mascota pero con formas y tiempos adecuados, y sobre todo prestando atención a la reacción de nuestro animal. La relación entre perro y dueño, en el momento del ‘castigo’ posterior a la broma, es bastante delicada: podría arruinarse y determinar una brecha que luego es difícil de guardar. Si nuestro perro presenta alteraciones del comportamiento que se repiten con el tiempo, un consulta con un especialista, un etólogo o un operador canino. Hay cursos especiales de adiestramiento para perros: una especie de guardería en la que los cachorros aprenderán los primeros fundamentos para vivir en armonía y serenidad con sus dueños.
Regañar a nuestro perro podría cambiar irreparablemente la relación con él. Además de sentir dolor, una bofetada o un grito forman parte de nuestro código para expresar la ira: el perro no sería capaz de interpretarlo, no lo entendería y en consecuencia solo podría seguir cometiendo errores. Por lo tanto, es completamente inútil utilizar estos «métodos» para hacer comprender al perro que ha cometido una acción incorrecta. Es importante resaltar los riesgos que corremos cuando decidimos castigarlo por una acción equivocada.
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Las razones para no regañar al perro
Perdiendo su confianza: será difícil conseguir que el perro vuelva a confiar en nosotros si hemos traicionado su confianza.
Estado de ansiedad: el perro no podrá entender la advertencia, especialmente si se produce en un momento posterior a la acción incorrecta, es decir, después del hecho. Es bueno regañar al perro mientras está a punto de realizar una acción, no cuando ya la ha terminado: los perros viven en el presente, no tienen derecho a asociar el castigo con un momento anterior. Si nos enojamos con el perro por arruinar la tapicería del sofá, debemos advertirle cuando regrese al sofá, no cuando se aleje después de darle una pata.
Imitará nuestra actitud: cuando usamos violencia verbal o física con él, esperamos que desarrolle una actitud similar. Está comprobado que los perros a menudo agresivos se vuelven agresivos debido a propietarios incompetentes que siempre los han maltratado y advertido duramente. Reflejarán las actitudes de su maestro, sin saberlo, cometiendo los mismos errores.
Pelea o vuela: estas son las dos opciones. En el momento de los gritos (o peor) el perro podría reaccionar huyendo del peligro, en ese caso representado por el amo enojado, o atacándolo.
Cómo regañar al perro
Cuando se equivoca, debe redirigir el comportamiento del perro respecto a la acción incorrecta, para hacerle entender que no debe actuar de esa manera. En este caso tendrás que recurrir a los llamados refuerzos positivos, esa es una serie de actitudes de nuestra parte que dirigirán a nuestro Fido hacia la acción correcta. Por ejemplo, si el perro muerde nuestros zapatos, cuando se acerque a ellos se le debe entregar un juguete de goma: de esta forma entenderá que el objeto de sus mordiscos no debe ser el zapato sino su juguete.
Igualmente útil será usar un Seco ‘no’ como respuesta en un tono tranquilo, confiado y firme. Es obvio que motivar nuestro No es completamente inútil: el perro debe entender que una acción no se realiza solo interpretando nuestra firmeza.
Después del ‘No’ tienes que ignorarlo: aunque sea solo por diez minutos, pero nuestro perro tendrá que notar que nos hemos alejado de él y no lo consideramos. Hará todo lo posible para volver a llamar la atención y llamar la atención. Pasado este momento, llámalo: de esta forma sabrá que cada vez que realice una determinada acción te perderá, por lo que es mejor no hacerlo.
El consistente ‘No’: Siempre que surja la misma situación por la que dijo «No» anteriormente, tendrá que continuar haciéndolo. De lo contrario, el perro puede confundirse o no obedecerle en absoluto.
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