Quién cuida al gato después de la muerte del dueño: lo que dice la ley
¿Quién cuida al gato después de la muerte del dueño? ¿De qué manera puede este último proteger a su amigo de cuatro patas? Averigüemos qué dice la ley.
Con el testamento podrá disponer de sus bienes durante el período siguiente al de su fallecimiento. ¿Se puede hacer lo mismo con las mascotas? ¿Quién cuida al gato en caso de muerte del dueño? Se pueden delinear varios escenarios, dependiendo de si se ha redactado un testamento o no. Y no siempre es suficiente para garantizar el bienestar de nuestro amigo de cuatro patas.
El gato según la ley
El gato es un amigo fiel y un miembro de la familia de pleno derecho.
Con él compartimos muchos momentos de nuestra vida, agradables o no, y nos preocupamos si está enfermo. En algunos casos podemos tener un pensamiento adicional: dejar al animal en buenas manos cuando ya no estemos.
Pero, ¿quién cuida al gato después de la muerte del dueño? Esta pregunta inevitablemente toca el tema de sucesión. Pero antes de entrar en este aspecto, es necesario comprender primero el estado del gatito según la ley.
Como sabemos, los animales son seres vivos y sensibles, que la ley ampara con diversas leyes penales destinadas a proteger su integridad psicofísica, incluso por parte del propio dueño. Sin embargo, desde el punto de vista del derecho civil, el gato no es más que una cosa, que cae dentro del patrimonio de su dueño.
Y, como todo lo que tiene un valor económico determinado, también se puede vender. Como tal, incluso el gato, en el momento de la muerte del dueño, termina dentro de su patrimonio, para ser transmitido a los herederos.
En este sentido, la persona puede disponer con un acto, llamado testamento, en el que se encuentran contenidos sus testamentos, respecto del destino de sus bienes, siempre que no vulneren los límites que la propia ley establece para la protección de los legítimos herederos.
A falta de testamento, o cuando éste sea nulo, anulado o disponga sólo de una parte de la herencia, sustituye la ley por su disciplina.
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Cómo proteger a nuestro amigo de cuatro patas incluso después de su muerte
Con la voluntad es posible dejar el gato a una persona específica, a quien se le asignará la tarea de cuidar al animal.
Con la sucesión testamentaria en cambio, el gato formará parte del eje hereditario, como cualquier otro bien del de El, y habrá que determinar quiénes, entre los distintos herederos legítimos (donde haya más de uno), serán asignados.
Sin embargo, no es suficiente para garantizar una protección eficaz para el gato. En el primer caso, donde el felino es el único legado dispuesto hacia la persona designada por voluntad (tal vez una persona que ama a los animales, pero que no forma parte del círculo de nuestros legítimos herederos) este podría rechazar la herencia.
La situación es diferente cuando el gato se deja a un heredero (mediante testamento o por ley). La herencia no es susceptible de aceptación parcial: no es posible aceptar la propiedad dejada por el difunto y rechazar otra propiedad, incluido el gato (y esto se aplica tanto a la sucesión testamentaria como a la legítima).
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Sin embargo, una vez que se ha producido la aceptación, no significa que el heredero pueda enajenar o donar al gato; y en cualquier caso, nadie supervisará el trato que recibirá el animal.
Por tanto, la mejor solución parece ser la de recurrir a una estratagema, para conseguir que el mismo gato sea nombrado «heredero»: una parte del patrimonio (normalmente una suma de dinero) puede vincularse para ser utilizada exclusivamente para el cuidado de el animal y al mismo tiempo designar un heredero, subordinando la aceptación de la herencia al compromiso de atender las necesidades del felino.
Al mismo tiempo, es posible designar un albacea para garantizar que se respeten sus disposiciones de última voluntad.
Antonio Scaramozza