¿Por qué la nariz de un perro está fría? El nuevo descubrimiento científico

Cualquiera que tenga un amigo de cuatro patas probablemente se habrá preguntado por qué la nariz de un perro es tan fría: un nuevo descubrimiento científico proporciona la explicación.

nariz de perro fría
¿Por qué la nariz de un perro está fría? (Foto Pixabay)

Parece que esta vez hablamos en serio: ¡los científicos pueden haber desvelado uno de los mayores misterios sobre el amigo de cuatro patas más fiel que un ser humano podría desear! En un estudio científico publicado por la autoridad Informes científicos la respuesta a finalmente estaría contenida una de las preguntas más habituales sobre Fido: ¿por qué la nariz de un perro está tan fría?

Hasta ahora, la creencia más extendida era que la nariz fría de un perro tenía que ver con el mecanismo particular de regulación de la temperatura corporal típico de estos animales: aparentemente, sin embargo, la realidad sería diferente y estaría ligada a la capacidad de la nariz de Fido para detectar la presencia de fuentes de calor incluso desde la distancia.

La nariz del perro siempre está fría: la razón es increíble

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¿Por qué la nariz de un perro está fría? (Foto Pixabay)

El estudio científico, realizado por un grupo de investigadores suecos y húngaros, arrojó luz sobre el misterio de las trufas congeladas dando una explicación sorprendente: gracias a su nariz fría, los perros pueden detectar incluso fuentes de calor muy débiles hasta un metro de distancia. Un mecanismo muy útil para identificar, por ejemplo, pequeños mamíferos en las cercanías.

A partir de los resultados de los análisis realizados, los científicos encontraron que la punta de la nariz de un perro mantiene una temperatura diferente a la temperatura externa detectada en el ambiente: si afuera hace 30 ° C, por ejemplo, la nariz de Fido estará al menos 5 ° C más fresco. Cuando la temperatura exterior es muy fría, por ejemplo a 0 ° C, la nariz del perro tendrá una temperatura de unos 8 ° C.

Aquí, al observar estas diferencias, los investigadores entendieron que la temperatura de la trufa tenía una función sensorial muy específica: entonces, pensaron en realizar pruebas específicas estudiando las reacciones de los tres perros Kevin, Charlie y Delphi a unos ejercicios muy concretos de identificación de objetos.

Se pidió a los perros, entrenados ad hoc, que identificaran cuál de dos objetos idénticos en forma y tamaño se había calentado a una temperatura de aproximadamente 12 ° C más alta que la temperatura exterior: los tres pudieron detectar estímulos sensoriales de la temperatura. Lo curioso es que en todos los casos el calor que emanaban de los objetos era demasiado débil para que lo sintieran las manos humanas.

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