Perro en la Iglesia sí o no: lo que dice la ley
Probablemente el domingo por la mañana nos preguntamos: ¿puede entrar el perro a la iglesia? Esto es lo que dice la ley al respecto y cómo actuar en consecuencia.
Este es un tema bastante ‘incómodo’, que a menudo provoca peleas y controversias: ¿puede el perro entrar en la Iglesia o debe dejarse fuera de los lugares sagrados, especialmente durante las celebraciones en curso? Veamos qué dice la Ley al respecto, aunque siempre se puede aplicar la regla del sentido común y la vida civil, según la cual los animales entran o no en los lugares públicos a discreción del ‘dueño de la casa’, en este caso el párroco. Echemos un vistazo al derecho canónico y las principales reglas de un perro en la Iglesia y en lugares públicos de culto.
Perro en la Iglesia: lo que dice el derecho canónico
El sistema de leyes que regula la Iglesia, el canónico, no se expresa claramente al respecto en la realidad. Entre la regulación de las actividades de los fieles y de las estructuras eclesiásticas, no se menciona la presencia de perros y otros animales en el lugar sagrado. Entonces, en cierto sentido, la presencia de nuestros amados animales no está permitida ni prohibida. Como suele ocurrir en estos casos, o cuando no se pronuncia la Ley, entonces gana el sentido común y la discreción de quienes ‘mandan’ en ese lugar. Si fuera un restaurante (lea aquí: Perro en un restaurante: cuándo pueden entrar y cómo comportarse), por ejemplo, el propietario podría elegir de forma independiente dar la bienvenida a los perros (tal vez con bozal) en su restaurante si está acompañado por los propietarios, como él podría por el contrario, prohibir la entrada poniendo un cartel afuera.
En cuanto a nuestro tema, entonces no hay prohibición absoluta lo cual establece que el perro no puede ingresar a la Iglesia, ya que cada lugar sagrado puede adoptar su propio reglamento interno.
Perro en la Iglesia: quién lo establece
La última palabra entonces le toca al párroco: es él quien decide si el perro u otro animal puede entrar al lugar sagrado durante las celebraciones. Si decide que los perros están prohibidos dentro de la Iglesia, será su tarea tener una señal clara y evidente fuera de la Iglesia. En muchos lugares, como la Catedral de la ciudad, muchas veces también un atractivo turístico, existen muchos indicios que regulan no solo la presencia o ausencia de animales en la Iglesia, sino también la vestimenta más adecuada para adoptar, el uso de dispositivos electrónicos. etc.
En definitiva, si el párroco decide que el perro no puede entrar a la iglesia, aunque no podamos en absoluto estar de acuerdo con esta elección, no hay necesidad de hacer una controversia. Si bien es un lugar público y abierto a todos, siempre es el responsable del lugar quien tiene la última palabra, sobre todo cuando la ley no se ha pronunciado claramente al respecto.
Si el perro puede entrar
Si no hay restricciones para la entrada del perro en la Iglesia, esto no significa dejarle hacer todo lo que le gusta y le place. Dado que es un lugar de culto público y no un patio de recreo, para el perro no se le permitirá correr por los pasillos o gruñir y ladrar. También será oportuno ponerle bozal para evitar que los fieles o todos los que vengan a visitar la Iglesia sean atacados: quizás el perro solo quiera jugar, pero no todos suelen ser tan juguetones como nuestras queridas mascotas.
Mejor aún si nos quedamos con el nuestro perro con correa (Leer más aquí: Perro libre sin correa: lo que dice la ley), para evitar que se escape o se aleje demasiado de nosotros. Además, nuestro sentido común debe sugerir que salgamos de la Iglesia si el animal muestra signos de intolerancia o comienza a ladrar: para no molestar a los demás, es una buena idea abandonar el lugar antes de que la situación se vuelva inmanejable.
Perro en la Iglesia: los casos previstos por la ley
Existen reglas que regulan la entrada del perro en un lugar público de culto, pero solo se refieren a la categoría de perros acompañantes para ciegos. Segundo Leyes 36 de 1974 y no. 60 de 2006, la prohibición de entrar a la Iglesia no se aplica para perros que acompañan a ciegos. Según la legislación, estos perros tienen libre acceso a cualquier lugar, tanto público como privado, sin restricciones debido a su muy útil función de ‘sustituirse’ a sí mismos a los ojos del dueño.
No debemos olvidar que es muy importante comprender la actitud de la comunidad y de la sociedad local hacia los animales: a menudo puede haber un sentimiento hostil de los fieles hacia la presencia de perros en la Iglesia y ellos mismos pueden presentar quejas al párroco. Por eso siempre es bueno indagar antes de llevar a nuestro Fido a ese lugar, si no queremos desencadenar algunas discusiones acaloradas.
Prohibir la entrada de perros a la Iglesia: las razones de quienes no los quieren
Puede suceder que no sea tanto el párroco el que se queja, sino los propios fieles de la comunidad. Las razones por las que un perro no debe cruzar el umbral del lugar sagrado son las más variadas:
- porque podrían ser una fuente de distracción durante la liturgia,
- porque un entorno tan abarrotado podría ser una fuente de estrés para ellos,
- porque pueden causar alergias o irritación a quienes entran en contacto con ellos.
En algunos casos, como funerales o bodas, es posible realizar diferentes gestiones con el párroco. Explicando nuestras razones podríamos convencerlo de que aceptara al perro en la Iglesia en esa circunstancia particular, naturalmente con todas las precauciones necesarias. No debemos pensar que la Iglesia es hostil hacia los animales: piensa en la fiesta que se les dedica, la bendición de las mascotas. Tiene lugar el 4 de octubre, con motivo de la fiesta de San Francisco de Asís quien, como es bien sabido, fue el mayor ejemplo de un santo que era más amoroso con los animales.
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