Matar animales todos los días contribuye a comportamientos violentos: la confesión de un ex empleado de un matadero

Las confesiones de un ex empleado del matadero en una entrevista con la CBC confirman muchas teorías apoyadas por los movimientos por los derechos de los animales y por los propios psicólogos. Scott Hoskins, como informa la organización en un artículo Misericordia por los animales, admitió cómo su trabajo anterior, en el que tenía que matar animales, ayudó a alimentar otros comportamientos violentos en su vida cotidiana fuera del matadero.

Hoskins comenzó a trabajar en una granja donde se sacrificaban pollos cuando tenía 20 años. El joven tuvo que encargarse de sacar algunos huesos del cuerpo del pájaro ahora muerto. Después de unos meses, Hoskins fue trasladado al matadero donde colgaban a los pobres pollos para matarlos.

“Es una cadena tan rápida que las gallinas no se dan cuenta de nada”, sin embargo, aseguró el hombre, explicando sin embargo que cuando los ejemplares eran demasiado pequeños o se escapaban de los engranajes tenía que matarlos a mano, rompiéndoles el cuello.

Una violencia cotidiana que después de un tiempo, pensando en su pasado, ha contribuido a destruir su vida privada. Esto es lo que admite Hoskins, afirmando que en ese momento siempre estaba nervioso y agresivo: “Bebía mucho y casi todos los días”. Esa violencia se había convertido en parte de su vida. Desde que decidió dejar el matadero, Hoskins ha revolucionado su vida y después de convertirse en vegano a los 40 años, su vida ha mejorado.

Ahora, como activista, Hoskins está a cargo de monitorear la cadena de producción de alimentos desde el transporte hasta el sacrificio de animales. Además, gracias a su experiencia, Hoskins también promueve encuentros sobre el tema destinados a sensibilizar y enseñar a respetar a los animales.

Mataderos: violencia institucionalizada

Numerosos estudios, como se ha destacado repetidamente, han correlacionó el maltrato a los animales desde la más tierna infancia como un centinela de alarma. Esto conduce inexorablemente a un desequilibrio en el desarrollo empático en adultos propensos a la violencia y considerados peligrosos para la sociedad. Pero no solo. Un conocido psicólogo italiano, Annamaria Manzoni, editor de una publicación reciente sobre casos de crueldad hacia los animales en Italia, como parte de una entrevista con Radio Radical definió el sistema de la cadena alimentaria como «violencia institucionalizada». Una disonancia emocional que conduce a la violencia doméstica y muchos otros trastornos de la personalidad. Como informó Mercy for Animals, en un estudio de 2009 realizado por el criminólogo Amy Fitzgerald Se ha demostrado a partir de los datos que hay más internos, condenados por delitos violentos o violación, trabajando en mataderos.

Por eso es necesario repensar un sistema más ético que tenga como objetivo respetar a los animales. Por tanto, sólo a través de ella se podrán sentar las bases para construir una sociedad más equitativa y menos violenta.

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