El perro monta al gato: por qué puede pasar, cuáles son los riesgos y si evitarlo

Ver al perro montar al gato puede ser un espectáculo realmente extraño, pero ¿qué tan peligroso es? Veamos si conviene evitarlo y cómo entender las causas.

El perro monta al gato

(Foto Pixabay)

¿Miramos a nuestro alrededor y vimos a nuestro Fido montando el pobre gato mascota? No es un espectáculo tan inusual entre dos animales que se encuentran compartiendo la misma casa. Pero cuan peligroso es cuando un perro monta un gato? Las razones, sin embargo, pueden ser mucho menos románticas de lo que pensamos. Cómo entender las causas y sobre todo si y cómo intervenir para evitar correr riesgos para su salud.

Por qué el perro monta al gato: las principales causas.

A estas alturas tal vez estemos acostumbrados a ver Confianza que lo monta todo, desde cosas inanimadas hasta nuestra pierna, sin embargo, nos quedamos sin palabras cuando el objeto de su ‘atención’ era el gato doméstico.

Perro y gato
(Foto Pixabay)

Es un tema embarazoso para algunos, pero es necesario abordarlo especialmente por los riesgos que se pueden correr. Puede que nos resulte extraño ver a una perra montando a un macho, pero ciertamente un gato en su lugar es más preocupante. Pero, ¿por qué nuestro felino doméstico?

En realidad, no es que a Fido le guste especialmente: es probable que lo vea como uno de los muchos objetos (animados y de otro tipo) que hay en la casa. Es en el gato que trata de dar rienda suelta a sus impulsos, su incomodidad interior o tal vez incluso su aburrimiento.

Otra causa podría ser la necesidad de Fido de mostrar su superioridad, especialmente si el gatito es pequeño y acaba de llegar a casa. Es un poco como si el perro quisiera dejar claro al nuevo conviviente ‘quién está a cargo de la casa’ en una especie de ‘juego de sumisión‘.

Finalmente, es probable que el perro simplemente esté respondiendo a un fuerte impulso sexual que no conoce y no quiere reprimir, pero sin una predilección particular por el felino doméstico. Su peluche favorito o nuestro gato podría ser a expensas de él: ¡no hará tanta diferencia para él!

Emparejamiento perro-gato: ¿cuáles son los riesgos?

Ya que en la naturaleza a menudo hemos sido testigos del nacimiento de animales híbridos, nacidos del apareamiento de animales muy diferentes (pensemos por ejemplo en la mula, nacida del cruce entre burro y yegua). Pero esto no se aplica al caso del perro y el gato.

De hecho, anatómica y físicamente es imposible que pueda nacer una cría entre estas dos mascotas, por lo que incluso si vemos a un perro montando un gato en realidad el único riesgo es que el gato, sintiéndose privado de su libertad, pueda reaccionando mal hacia Fido.

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El perro monta al gato: cuando evitarlo

Aunque existe la certeza de no tener en casa una cría generada por perros y gatos, siempre es mejor evitar que el perro trate al gato como un objeto sobre el que desahogar sus impulsos sexuales, aunque quizás sea solo ‘montajes jerárquicos‘.

El perro monta al gato
(Foto de Adobe Stock)

Es necesario intervenir inmediatamente antes de que el gato se sienta ‘acorralado’ y reaccione con toda la ferocidad de que es capaz cuando tiene miedo: no es casualidad que el gato sea agresivo cuando se siente atrapado.

En concreto, si vemos que el gato sopla al perro es muy probable que este gesto sea su última advertencia: como si dijera ‘¡trata de acercarte y lo verás con mis uñas!’. En resumen, es mejor comprender cuál es la causa principal de la actitud ‘posesiva’ de Fido y adoptar un remedio eficaz antes de que él mismo pague el precio.

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El perro monta al gato: remedios y consejos

Habiendo aclarado que por tanto no se trata de un problema de descendencia híbrida que no puede nacer, necesitamos entender cuál es la causa que empuja a Fido a comportarse así con el gato antes de que pueda encontrarse en medio de una pelea entre mascotas.

El perro y el gato
(Foto Pixabay)

Muchos etólogos aconsejan formación específica para el perro que muestra este tipo de actitud: si la causa es el aburrimiento, la ausencia de estímulos, una energía reprimida que es incapaz de expresar, nos aseguramos de encontrarle siempre ocupaciones válidas durante el día.

Los juegos y pasatiempos para el perro en casa nunca deben faltar, pero un poco de actividad física al aire libre también dará sus frutos. Si pensamos que el perro sufre por la presencia del gato porque ya no se siente ‘dueño’ de un territorio que, antes, era solo suyo, nos aseguramos de labrar un espacio en el que pueda sentirse dueño absoluto y, por supuesto, no nos olvidamos de darle la debida atención incluso cuando hemos recibido a otro animal en casa.

Francesca Ciardiello