El bebé rinoceronte que se duerme con una serenata

Estamos en Care for Wild Rhino Sanctuary, un centro ubicado cerca de Mpumalanga en Sudáfrica dedicado a la protección de los rinocerontes. Un orfanato para rinocerontes fundado en 2001 por Petronel Nieuwoudt, especializada en la rehabilitación de rinocerontes huérfanos hasta su reintegración a la naturaleza. Un trabajo diario dirigido a la protección de las especies en peligro de extinción, especialmente por la caza furtiva y la deforestación.

Un pequeño rinoceronte nació en el centro pero su madre se negó a amamantarlo. El personal del santuario se ocupó así del cachorro, alimentándolo y dándole el cariño necesario gracias al trabajo de varios voluntarios.

Entre ellos, hay un joven llamado Mark Mills, empleado del zoológico Monarto y que ofrece su apoyo al santuario en su tiempo libre. Mills es el protagonista de un video verdaderamente extraordinario en el que durante su turno para cuidar al bebé rinoceronte, comenzó a tocar la guitarra para tranquilizarlo. Una idea que funcionó y en el metraje vemos al adorable rinoceronte acercándose a su amigo para acomodarse cómodamente y quedarse dormido con el sonido de la guitarra. Con una publicación publicada en la página de Facebook del santuario, el personal presentó a Mike como un nuevo miembro, señalando irónicamente que el santuario ahora tiene su propio «bebé rinoceronte susurrador del sueño».

Imágenes verdaderamente imperdibles que nos llegan del otro lado del mundo y que nos recuerdan una escena similar, la de un veterinario de Colorado, protagonista de una serie de videos, que se han viralizado en las redes sociales, que lo retratan. mientras da una serenata a sus pequeños pacientes para tranquilizarlos antes y después de la operación. Como ocurre con los humanos, la música tiene un efecto particular en los animales que son muy sensibles a ciertas frecuencias y vibraciones. No es sorprendente que en estos das hiciera el alrededor del mundo la película de un perro irrumpiendo en la escena de un concierto de la Orquesta Sinfónica de Viena en Éfeso en Turquía. El animal, para nada asustado por los espectadores, ni por los músicos orquestales, al contrario, se agacha a los pies del primer violinista como para apreciar mejor la sinfonía de Mendelssohn.