Controlar la superpoblación de vida silvestre con ingeniería genética: las nuevas fronteras en Nueva Zelanda

Algunos países como Australia o Nueva Zelanda están muy atentos a las especies exóticas que están afectando de manera decisiva la supervivencia de las especies locales al convertirse en plagas. En realidad, se trata de un problema generalizado en todo el mundo provocado por el intercambio entre contenedores y las malas estrategias lanzadas en el pasado, como la introducción del jabalí húngaro en algunos territorios italianos que está resultando una plaga en algunas provincias. Misma suerte para los felinos que fueron introducidos por colonos en Australia y que al reproducirse masivamente están destruyendo algunas especies de roedores nativos, en riesgo de extinción. Por esto, en 2015 Australia había aprobado un plan plurianual matar a dos millones de gatos salvajes en la zona.

Planes que a veces provocan discusión, especialmente activistas por los derechos de los animales. En el sistema de conservación hay contradicciones obvias tan parecidas al plan del lobo en Italia que afortunadamente fue rechazado en la Conferencia de las Regiones, por un lado, se reintroducen especies silvestres para protegerlas y, por otro, se planifica su existencia, llegando a políticas de contención también mediante matanza selectiva. Una práctica que efectivamente se aplica incluso en zoológicos de la que no todo el mundo es consciente para contener el hacinamiento y el problema de la mezcla genética o apareamiento entre parientes por lo que se estima que cada año 5.000 animales son sometidos a eutanasia en Europa.

Sin embargo, existen alternativas como en el caso de la experimentación con animales. Entre estos, Nueva Zelanda está estudiando un plan para contener y eliminar todas las especies no nativas para 2050, incluidos los armiños. Las mustelas erminea se han vuelto tan infestantes en la isla que la supervivencia de algunas especies nativas está en riesgo. Es un mamífero que fue importado en el siglo XIX para regular la población de conejos, otra especie alóctona. Ahora, los armiños están poniendo en riesgo a varias especies de aves. Desafortunadamente, los armiños se reproducen rápidamente y no hay suficientes depredadores para contener a su población.

En lugar de idear un plan que implique una masacre de estos especímenes en la isla, Nueva Zelanda recurriría a una nueva práctica experimental que se basa en técnicas de ingeniería genética de «impulso genético» para modificar los genes de un grupo de armiños y luego insértelo en la población local y espere a que se propague. Entre las intervenciones hipotetizadas, la de dar a luz solo a varones. Según los rumores, Nueva Zelanda también está considerando aplicar esta técnica contra los mosquitos que transmiten la malaria. Un proyecto similar iniciado en 2015 sobre las moscas de la fruta habría tenido éxito. Hasta la fecha, esta práctica ha demostrado ser efectiva en insectos y ratones, pero nunca en especímenes más grandes como los armiños en este caso.

Este sería un plan que se está aplicando a nivel nacional por primera vez y aún no se ha estudiado. Entre las otras especies que están poniendo en riesgo a las autóctonas también se encuentran los animales salvajes, ratas, zarigüeyas y hurones. Por ahora, los investigadores tendrán hasta 2025 para eliminar una de estas especies y luego continuar eliminando todas las especies no nativas para 2050.