Cómo hacen las abejas la miel: todo el proceso
¿Cómo hacen las abejas la miel y nos dan uno de los mejores alimentos que llega a nuestras mesas? Todas las respuestas.
A menudo su presencia nos molesta o incluso nos aterra cuando escuchamos el zumbido que indica su presencia demasiado cerca. Sin embargo, las abejas son un recurso real para el mundo no solo de la naturaleza sino también del humano. Gracias a un trabajo minucioso estos insectos son capaces de producir uno de los mejores alimentos que llega a las despensas de todos nosotros. Pero primero debemos hacer las distinciones apropiadas entre el néctar, la melaza y otros componentes de este néctar dorado. Es legítimo preguntar como las abejas hacen miel: aquí están las tareas relacionadas y las abejas encomendadas.
Las abejas forrajeras: las protagonistas de la cosecha
Cuando se trata de insectos, las abejas suelen dar tanto miedo como las avispas, aunque se las considera mucho menos peligrosas (lea aquí: Datos sobre avispas: tan preciosas como las abejas pero consideradas más peligrosas). Todas las abejas tienen una forma particular de boca, similar a un tubo delgado: es a través de este último que pueden chupar el alimento que necesitan para su sustento. Dada la forma de la boca, no hace falta decir que cualquier alimento solo puede tomarse en forma líquida. Sin embargo, a menudo no se encuentra como tal en la naturaleza, pero es necesario mezclarlo con una secreción producida por ellos mismos para hacerlo líquido.
Pero, ¿qué son las abejas que se encargan de recolectar comida? se les llama ‘recolectores’, por la clara referencia a la palabra ‘botín’, que consiste precisamente en el alimento que logran obtener. los abejas forrajeras son los mayores y se dedican a este imprescindible pero complicado trabajo, ya que esconde una serie de riesgos y peligros, que solo las abejas al final de su vida tienen ganas de correr. ¡Es un poco como si se sacrificaran porque no tienen mucho más que perder! Los riesgos y peligros están representados por depredadores que pueden sentir fácilmente su presencia, ya que se ven obligados a volar de flor en flor para recolectar néctar.
Se trata de abejas obreras, todas hembras, que salen de la colmena en busca de alimento desde el vigésimo día de vida hasta la muerte. En realidad, incluso las abejas más jóvenes, en caso de extrema necesidad, pueden realizar esta tarea. Las recolectoras vuelan hasta 3km de su colmena y, una vez que encuentran una planta que satisfaga sus necesidades nutricionales, regresan para informar a los demás dónde está. Usan una probóscide para chupar la miel: está compuesta por la lígula, los órganos y los músculos faríngeos. La bolsa donde se recolecta la miel tiene una capacidad muy limitada y se cree que se necesitan más de 25.000 viajes para transportar un litro de néctar desde la planta hasta la colmena.
Néctar y mielada: que son
Cuando hablamos de néctar, queremos indicar la ‘primera’ sustancia que las abejas son capaces de succionar de la flor: es una sustancia líquida compuesta de azúcares, y por tanto tiene un sabor bastante dulce. El néctar es producido por unas glándulas de la planta, en la base de las flores: esta sustancia atrae a los polinizadores. Contiene agua y azúcares, pero también compuestos nitrogenados, vitaminas y sales minerales. Se succiona del tubo de las abejas (su «boca») y se recoge en una palangana, una cavidad llamada «bolsa de miel».
En este tipo de tanque, el néctar se enriquece con enzimas que ayudan a transformarlo en miel. Esta bolsa se utiliza para transportar el néctar para transportarlo a las colmenas. A la entrada de este refugio de abejas, hay algunas de ellas que se encargan de recolectarlo y transportarlo a su vez a celdas especiales.
La mielada es una sustancia azucarada secretada no por la planta sino por algunos parásitos de la misma: es procesada por la propia planta. Es un compuesto de azúcares, sales minerales y enzimas. Las abejas lo succionan directamente de las hojas y otras secciones de la planta. No es tan obvio que una planta pueda producirlos: depende del tipo de parásitos y de las condiciones climáticas.
El proceso final para hacer miel.
En estos tramos de espacio las abejas concluyen el proceso de transformación: gracias a la temperatura exterior y a la ventilación, parte del agua se evapora, dejando el almíbar más espeso y dulce. Gracias a la ausencia de agua, esta sustancia se mantiene mejor y es inmune a la presencia de bacterias, levaduras y otros mohos. Cuando la concentración de agua es mínima, las abejas sellan estas celdas donde han almacenado el líquido. ¿Cómo lo hicieron? Produciendo una especie de tapón de cera, llamado opérculo: asegura que la humedad no entre del exterior y compromete la composición de la sustancia. Los apicultores retirarán estas tapas para recoger la miel almacenada en su interior: el medio para hacerlo es una especie de mecanismo de centrifugación.
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