El último acto de amor para un perro enfermo: adopción y muchos abrazos
El último acto de amor para un perro enfermo. El precioso gesto de un voluntario devuelve la esperanza a una vida terminal
Le quedaban unos meses para vivir, en completa soledad, con el gran peso del sufrimiento físico y moral que soportar. A pesar de ello, su solicitud de ayuda ha llegado a las personas adecuadas que han hecho todo lo posible para brindarle todo el apoyo que hasta ahora le han robado injustamente. Su nombre es mae y es un espécimen femenino de Mastín francés que tuvo que lidiar con la dura realidad de la vida. Afortunadamente, se le concedió su último deseo.
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El último acto de amor para un perro enfermo, una historia conmovedora
Voluntarios del refugio Rescate de animales del sur de Indiana, contactados por las personas que lo encontraron, a primera vista, inmediatamente se dieron cuenta de que algo andaba mal. El peludo era muy delgado, presentando un peso por debajo de la norma. En lugar del mínimo de 65 kg de peso, el de cuatro patas pesaba solo 30 kg. Sin embargo, además de esto, había otro aspecto a tener en cuenta.
La situación se agravó aún más con su enfermedad porque Mea tenía una forma grave de tumor que, lamentablemente, no le permitió superar los dos meses de vida. A pesar de esto, un voluntario llamado Elisabeth Starck ha decidido realizar un gran acto de generosidad hacia él. La mujer se ofreció a ayudarla, contando su historia en la web, con el fin de apoyar económicamente el cuidado del perro. Cientos de personas, después de haber escuchado su historia, quisieron ofrecer su contribución para obtener su bienestar. A lo largo de las semanas, aprox. 800 cajas de comida para perros, un gran número que permitió a la mujer cuidar no solo del perro sino también de todos los demás. Entonces, el gran amor por la peluda le permitió cumplir uno de sus mayores sueños: ser adoptado.
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De hecho, su último paso fue el de oficialmente llévatelo contigo, adoptándolo de manera oficial. La dama acudió a la corte y juró al juez del condado que la cuidaría para siempre. Y así lo hizo. Elisabeth cumplió su promesa, haciendo felices y alegres los últimos días de Mea. Su cuidado ellos aliviaron la tristeza y el sufrimiento causado por la enfermedad, aunque sea por un período de tiempo muy corto. Elisabeth solo pudo permanecer a su lado durante nueve meses. La enfermedad trajo consigo su deseo de vivir, amar y ser amada, en muy poco tiempo. Sin embargo, Mae vivió los momentos finales de su existencia, rodeada de un torrente de afecto que le había faltado hasta ahora.
Elisabeth secó sus lágrimas internas, las que nadie vio, y las convirtió en pequeñas gotas de rocío que cubrieron su nostalgia. Un inmenso agradecimiento a esta mujer que dio a luz, aunque por poco tiempo, a una dulce perrita que esperaba ser cubierta de amor.
bendito Félix;