Catteries en Italia: todas las razones de un despegue que nunca sucedió
El número de criaderos en Italia es despiadado: estructuras todavía poco extendidas para cambiar un contexto social que es la principal causa de un fracaso parcial hasta ahora.
Si a los perros callejeros no les va bien, la situación es aún menos optimista para los gatos. LA criaderos en Italia todavía son una realidad demasiado rara. Los números muestran no solo la escasez de estructuras en el territorio nacional, sino también una fuerte desigualdad según las áreas geográficas consideradas; todo en un contexto donde la ley no es útil.
Los números despiadados
los criadero es una estructura diseñada para la recepción de gatos callejeros, similar a lo que constituye la perrera para perros.
El del criadero, sin embargo, es una figura que nunca ha tomado vuelo realmente en nuestra sociedad. Pocas personas conocen la existencia de criaderos y mucho menos el número de quienes han visto o visitado alguno.
Y la razón es más que simple. Los gatos son raros. LA números son despiadados: en todo el territorio nacional hay solo 92. De ellos, solo 7 están presentes en el Sur: apenas 1 por región, incluida Cerdeña.
Números insuficientes, considerando el número de gatos en Italia. De los 7 millones presentes en Bel Paese, al menos 2,5 millones de felinos viven en la calle en colonias felinas registradas. Pero estos son solo datos oficiales. No se sabe con certeza el número de gatos que viven en la calle sin ser contados, que con gran probabilidad supera el millón.
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Las razones de la baja difusión
Los porqués de un tan lejos poco éxito de los criaderos de Italia se encuentra en varios factores, especialmente de carácter cultural.
El gato todavía se ve, especialmente en ciertas áreas geográficas, como un animal semi-doméstico o semi-salvaje, según corresponda.
En otras palabras, puede vivir en la calle porque sabe cazar. Todo ello sin tener en cuenta los grandes cambios en el hábitat urbano y suburbano que se han producido en las últimas décadas.
El segundo motivo cultural y cívico es un escaso, si no total, desconocimiento de la ley sobre animales domésticos: la realidad es que muchos desconocen la existencia de criaderos o menos aún de las colonias felinas y de la posibilidad de denunciarlos.
El tercer factor cultural es el principal y está en la base de todos los demás: la mala educación en el amor por el medio ambiente y los animales. Un grave vacío que se puede llenar única y exclusivamente a través de la educación escolar focalizada, dentro de la cual el tema ambiental debe tener más espacio.
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Agregue uno al «sentimiento popular» legislación pasiva e indolente, incapaz de innovar el ordenamiento jurídico desde este punto de vista.
La Ley marco n. 281/1991 (en el campo de las mascotas y prevención de animales callejeros) todavía define al gato como un animal en estado salvaje, que puede vivir en el lugar que ha elegido como su territorio (a diferencia del perro, por ejemplo, excepto el perro del vecindario).
La estructura predeterminada se ha convertido así en la colonia felina, donde el animal, a pesar de ser seguido para su alimentación y cuidado por un referente (al menos cuando se registra la colonia) sigue viviendo en la calle. Pero al menos para los gatos que padecen determinadas patologías, sería necesaria la hospitalización en estructuras cerradas.
La solución suele ser improvisada, y se confía al compromiso (incluso económico) de los voluntarios, dada también la escasa difusión de criaderos en la zona. Todo esto a pesar de ser el mismo Ley marco 281/1991 para prever la posibilidad de utilizar la estructura del criadero.
Antonio Scaramozza