Elefantes inmunes al cáncer o no: lo que dice la ciencia
¿Son los elefantes realmente inmunes al cáncer y qué tiene de especial protegerlos de esta peligrosa enfermedad? La palabra a la ciencia.
Como en toda afirmación contundente, hay que saber comprobar bien las fuentes, este artículo solo quiere reportar datos científicos, de los cuales fuentes autorizadas han asumido la responsabilidad. ¿Es cierto que los elefantes son inmunes al cáncer o simplemente se enferman menos? Y si es así, ¿cómo contrarrestan esta terrible enfermedad mortal? A partir de los datos de algunas investigaciones se ha visto que estos animales tienen pocas posibilidades de desarrollarlo: así es como lo hacen y lo que necesitas saber elefantes inmunes o no al cáncer.
Elefantes y cáncer: que diría la lógica
Si tuviéramos que depender del tamaño y la cantidad de células presentes en un elefante en comparación con el cuerpo humano, el paquidermo tendría una abrumadora mayoría de posibilidades de contraer cáncer. El peso de un elefante supera fácilmente los 4500 kg y, en consecuencia, el número de células es al menos 100 veces mayor que el de los humanos. El número de células es fundamental ya que la probabilidad de infectarse con esta enfermedad aumenta exponencialmente, precisamente por la mayor posibilidad que tienen estas células de desarrollarse y dividirse.
Pero aunque la lógica nos lleva al otro lado, la tasa de mortalidad por cáncer en los paquidermos es absolutamente baja. Ciertamente no son la única excepción en la naturaleza, ya que encontramos el excelente porcentaje habitual también en ballenas y otros animales de enorme tamaño. Pero, ¿cómo es posible todo esto? Se realizaron dos investigaciones paralelas, provenientes de dos reconocidas universidades estadounidenses.
Elefantes inmunes al cáncer: investigación universitaria
Entre las diversas curiosidades sobre el elefante, hay una que también podría tener resultados positivos para nuestra salud, y más adelante veremos cómo. El hecho de que el elefante tenga una probabilidad tan baja de desarrollar cáncer, aunque el número de células no ‘juega’ a su favor, ha sido llamado por los expertos el ‘La paradoja de Peto‘: este es el nombre del erudito, Richard Peto, quien argumentó que la incidencia de cáncer no está relacionada con la cantidad de células en un organismo. Ciertamente no se trata de suerte, pero las respuestas se encuentran en la genética.
El factor ‘precioso’, gracias al cual los paquidermos no enferman, es el p53: es un potente gen supresor de tumores. Los elefantes los tienen de 30 a 40 copias y si lo comparamos con el hombre, que sólo tiene una copia, entenderemos por qué es tan raro que desarrollen cáncer. Si una célula se enferma o sufre daño genético, el factor p53 impide su división y por tanto su desarrollo.
Joshua Schiffman, Oncólogo infantil de la Universidad de Utah e Carlo Maley, profesor y académico de la Universidad Estatal de Arizona, han investigado cómo funciona el factor antes mencionado. En términos elementales, parece que los dos han descubierto que p53 permite que las células dañadas se autodestruyan, sin «contaminar» a las demás. Este proceso se llama ‘apoptosis’, que actúa como una autodestrucción programada.
La oficina de Chicago
Paralelamente a los resultados de las dos investigaciones anteriores, también el estudio de Vincent Lynch de la Universidad de Chicago, ha destacado algunos aspectos muy interesantes sobre el mismo tema. Aparentemente el elefante es inmune al cáncer porque este animal es capaz de ‘despertar’ un gen zombi, dijo lif6. Esto último los haría prácticamente inmunes al cáncer. La investigación fue publicada en Informes de llamadas, y sus datos también podrían ser muy útiles para futuras investigaciones sobre oncología humana.
Este gen zombi luego mata las células dañadas antes de que se vuelvan cancerosas y contaminen a otras. Parece que esta es la respuesta genética a la resistencia a esta neoplasia tan peligrosa y extendida como el cáncer. Y a partir de los resultados obtenidos se podría pensar en estudiar la composición de las drogas, también útiles para el ser humano, que imitan el comportamiento de la vida, siguiendo el ejemplo del elefante.
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